Durante los últimos años la urbe ha ido incrementando su oferta y su atractivo para hacer de estas unas fiestas inolvidables
Vigo es muchas cosas y lo es todo. Es mar, es costa, es montaña, es historia, es multitud, es rural, es su gente y todo aquellos que venís de fuera. Pero Vigo es también, y sobre todo, desde hace unos años Navidad.
Desde finales de noviembre hasta mediados de enero la ciudad se viste de luces de color y se prepara -también en época de Covid- a acoger al visitante. Un ritual que comienza ya en el mes de agosto con el objetivo de que todo esté listo para el tradicional encendido de las luces.
Durante los últimos años la urbe ha ido incrementando su oferta y su atractivo. El regalo gigante de Navidad ubicado en pleno corazón de la Gran Vía; la noria de más de 60 metros de altura; el mercadillo creado en la Alameda; los diferentes adornos de la principal arteria peatonal, la calle Príncipe; o los trenecillos y decoraciones pensados para hacer disfrutar a los más pequeños.
Pero todavía hay más. Mucho más. Para los más inquietos, se instalan rampas y pistas de hielo para patinar y pasar un rato divertido. El año pasado, la zona de ocio del Náutico, pegada al puerto deportivo, se engalanó con una rampa de hielo artificial de 50 metros y una gran pista de hielo de 1.500 metros cuadrados.
Y para los más tradicionales, la Casa das Artes esconde un Belén Monumental formado por dos centenares de figura que llaman al silencio y a la admiración.
Desde ya, todo en Vigo es Navidad. Unas fiestas en las que no puedes dejar de disfrutar del árbol de Puerta del Sol, el más alto de España dicen algunos, que ofrece a los viandantes un inmenso espacio para disfrutar de estas fiestas. ¿Te lo vas a perder?
